terça-feira, 18 de agosto de 2009

iEspejo, espejo mío!

Después de tanto oír hablar, que nosotros debemos conocernos para vivir mejor, resolví seguir esta orientación y me decepcioné.
Qué tristeza sentí, al comenzar a conocerme.
Percibí que en materia de autoconocimiento, tal vez fuese mejor, continuar ignorándome.
Me di cuenta que paso una gran parte del día, observando a los demás.
Observé que vivo frustrado, pues espero siempre que los demás se encuadren en aquello que mis conceptos equivocados tienen como correcto.
Aborrecido, llegué a la triste conclusión que no soy el centro del universo.
Creí un día, que todas las personas deberían orbitar a mí alrededor.
Me exalté, pues, me sentí ridículo cuando me sorprendí intentando inducir aquellos que amo, a hacer solamente lo que yo creo que es correcto.
Perturbado, pregunté a mi espejo:
- “¿Espejo, espejo mío, existe alguien más egoísta que yo?”
Confieso que no esperé la respuesta, rápidamente salí del frente del espejo.
¿Por qué la gente pierde tanto tiempo en la vida, no respetando las personas?
Comprender, que debemos dejar, que cada uno viva las experiencias que le competen es encontrar la paz.
Vivimos sofocando aquellos que decimos amar.
Bajo la alegación de que amamos mucho, invadimos siempre el espacio de los demás.
Y esta invasión queda clara, cuando intentamos decidir por ellos, aquello que cabe solamente a los demás resolver.
Sin duda ninguna, eso no es amor.
El amor es paciente, el amor no se ofende.
Después de descubrir mi indigente condición de egoísta, sólo me resta cambiar, o continuar sufriendo, en la triste ilusión de que soy el centro de la vida.
Emprendiendo esta titánica tarea, ciertamente seré más feliz.
Conscientemente, debo dejar de cobrar de los demás, la felicidad que solamente a mí cabe construir.
Esperar que la felicidad, llegue a mí por las manos ajenas, es acomodarme delante de la vida, más que eso, es sufrir más una vez.
Observándome más, podré estudiar mejor quién soy, consecuentemente, tendré plenas condiciones de evaluar mejor los puntos de conflicto que me hacen infeliz.
Conocerme es el camino para ser feliz.
No puedo buscar en otra parte, aquello que debo encontrar en mi interior.
Si anhelo la paz, ciertamente ella tiene sus raíces más profundizas dentro de mí mismo.
La paz es la alegría de la conciencia noble.
Si deseo el amor, debo buscarlo en mi intimidad y descubriéndolo, ciertamente seré envuelto por él en la medida en que lo manifieste a los demás…
Cada acto practicado es como un boomerang, va y vuelve con la misma fuerza.
Cada pensamiento plasmado, señaliza al mundo espiritual quien soy, y atrae energías y entidades afín, que me envuelven en bienestar o desdicha.
Llego la conclusión que el cambio del mundo, pasa primeramente por mi cambio interior.
Necesito concientizarme definitivamente que, debo respetar, para aprender verdaderamente a amar.
No poseo a nadie, no soy de nadie.
Soy senda, soy vida, soy aquello que quisiera.
Los demás son los demás, sólo debo amarlos y respetarlos.
“¿Espejo, espejo mío, como puedo cambiar mi yo?”
Y él reflejándome habló: “La respuesta, usted mismo ya la dio, conociéndose.”

El Libro de los Espíritus – Conocimiento de sí mismo
919. ¿Cual el medio más eficaz que tiene el hombre de mejorarse en esta vida y de resistir a la atracción del mal?
“Un sabio de la antigüedad os lo dijo: conócete a ti mismo.”



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