ANSIEDAD

La ansiedad es uno de los grandes males que alimentamos en nuestro comportamiento.
Es muy difícil tener paciencia y aguardar que los acontecimientos sigan su curso natural, principalmente cuando estamos envueltos directamente en el proceso.
Conozco personas que apenas acabaron de pagar el alquiler del mes, y ya están afligidas con el mes siguiente.
Viven anticipadamente las angustias que la mente sin vigilancia elabora, se preocupan con algo que va creciendo dentro de ellas.
Ese comportamiento hace con que la persona deje de vivir el presente, y lo peor, viva un futuro ficticio que ella misma elabora.
Con eso, el ansioso pierde calidad de vida, entregándose a la ansiedad destructiva y mórbida.
Ya oímos varias veces el concepto: “A cada día basta su propio mal”.
La ansiedad es enemiga de la paz, la ansiedad aflige, desespera, angustia.
Ser ansioso es vivir en constante expectativa por algo que muchas veces sólo existe dentro de nuestra cabeza.
Otro dicho popular que expresa mucha sabiduría en su esencia es: “Lo que es del hombre el bicho no come”.
Debemos luchar constantemente por la realización de nuestros deseos, sin embargo, toda conquista necesita del concurso del tiempo para realizarse.
Contraponiendo a esa verdadera enfermedad que es la ansiedad está la paciencia.
Ser paciente es una óptima receta de salud, pues la ansiedad provoca el insomnio y otras enfermedades emocionales desagradables.
El ansioso sólo entrevé sus intereses y difícilmente consigue vislumbrar las otras oportunidades que la vida ofrece.
El ansioso queda como hipnotizado por el hecho que aguarda acontecer, y no entrevé que lo que él espera puede no ser así tan bueno.
Otro agravante que la ansiedad trae es la frustración, cuanto mayor es la ansiedad, mayor la frustración, en caso de que no se alcance lo que se desea.
Ese es el tipo de mal que cabe cada uno dominar de la propia conducta.
Pero va una pista: La ansiedad no ayuda nunca, por el contrario, ella nos hace infelices hoy. ¡Tenga paciencia y sea feliz!