sexta-feira, 2 de outubro de 2009

Recados del Cielo - Tradução Victor Hugo Torres (México)

Cuando los problemas se acumulan y nos sentimos impotentes para resolver esa o aquella situación, es importante que hagamos una pausa para reflexionar y establecer prioridades.
A veces las rodillas parecen doblarse delante del peso de las pruebas, los ojos llorosos y nos quedamos a indagar íntimamente: “¿Qué hacer?”
Existen momentos en que todo parece rugir.
Cuando la desesperación nos procura, arrojándonos en los despeñaderos de la desesperanza busquemos apacentar nuestro corazón conservando la paciencia.
Tener paciencia no significa que tengamos que llorar abrazados a la ociosidad.
Debemos cultivar la paciencia laboriosa, luchar manteniendo la fe.
Si nuestros ojos no fueren turbados por la rebeldía delante de situaciones adversas, que ciertamente tienen mucho que enseñarnos, conseguiremos entrever la salida.
Dios siempre nos manda recados a través de las situaciones, y de las personas con las cuales convivimos.
En el momento de las turbulencias, en que el mar de las pruebas se encuentra con las aguas bulliciosas debemos estabilizar la nave por el esfuerzo íntimo de la oración.
No la oración repetitiva, adornada, sino en la plegaria en que desnudamos nuestra alma al Creador.
La plegaria es antes de todo, una manera de que modifiquemos nuestro comportamiento mental delante de las luchas perturbadoras.
En determinados momentos de la vida, nuestra mente es bombardeada por pensamientos desagradables que son promovidos por nuestra propia limitación, o por mentes desencarnadas desajustadas.
Es imprescindible y saludable para nuestra vida el hábito de la oración.
Orar es medicamento poderoso para el alma enferma.
Toda y cualquier dificultad trae en sí un nuevo aprendizaje.
Toda y cualquier dificultad trae con ella el socorro divino, no dude que Dios habla con usted en los momentos de aflicción.
En la hora del dolor el teléfono toca, es un amigo querido a requisarle el concurso fraternal.
En la hora del dolor el hijo amado viene y le abraza, revelando en el gesto el amor que le tiene.
En la hora del dolor alguien manda un mensaje, la página sencilla parece haber sido escrita para usted.
En la hora del dolor el radio toca una canción, la música llega a sus oídos como suave cariño, acordando a usted que muchos le aman.
La vida manda repetitivos recados en todos los momentos, exhortándonos al bueno animo.
Infelizmente muchos no oyen los recados del cielo, eligiéndose voluntariamente sufridores sin esperanza.
Para esos el cielo envía el mayor de los recados, el dolor que educa.
Para algunos el dolor es poderoso recado para un cambio de rumbo, para otros el dolor a lo largo del tiempo actúa como precioso despertador.
Pero sea cual fuere la situación, Dios siempre nos envía recados del cielo.



Nenhum comentário:

Postar um comentário